martes, 20 de marzo de 2012

Trabajar con la plastilina (II)

En una anterior entrada comentamos como la plastilina puede servir para mucho más que rellenar los tiempos muertos en educación infantil, y comentamos alguna de sus aplicaciones.
Hoy vamos a comentar como puede usarse la plastilina para favorecer el trazo, en matemáticas y escritura.
Cualquier trazo que intentemos en el papel podemos fabricarlo en tres dimensiones con la plastilina, y, ayudados de un punzón podemos recorrer y memorizar su direccionalidad correcta. Así una espiral o un bucle lo podemos construir a partir del trazo básico de churros o serpientes, lo podemos concatenar y complicarlo como queramos, para después recorrerlo con el punzón o un lápiz. Esto vale para cualquier trazo grafomotor y no tiene mayor dificultad que la construcción correcta, por partes, siguiendo unas pautas. Cuando conseguimos el trazo con la plastilina, luego nos es mucho más fácil realizarlo en el papel.
En matemáticas las aplicaciones son numerosísimas. En geometría, partiendo de la técnica básica del modelado con líneas delgadas <churros> podemos construir cualquier figura, y, lo que es más importante, apreciar a simple vista las diferencias entre unas y otras, lo que luego nos facilitará su dibujo en dos dimensiones. Así, podemos construir círculos y óvalos y establecer en que se parecen y en que no; cuadriláteros de todo tipo y, cualquier figura geométrica si sabemos los lados que tiene. En número y sus operaciones podemos desde construir en tres dimensiones el trazo de cada número y reseguir su direccionalidad correcta, hasta hacer porciones pequeñas discretas que nos sirvan para contar, y hacer operaciones sencillas de suma y resta con ellas.
En la escritura la plastilina puede ser muy favorecedora para que aquellos alumnos con dificultades en el trazo, pues les permite visualizar los diferentes fonemas construidos y los enlaces entre ellos, siempre respetando la direccionalidad adecuada que puede repasarse con un punzón. Así, podemos construir las vocales y enlazarlas con su dirección correcta y, al introducir una consonante, la podemos construir en plastilina para averiguar su dificultad de trazo y, después la enlazamos a todas las vocales para aprender el sistema. Este método, aunque lento en un principio nos permite luego avanzar muy rápido cuando ya hemos aprendido a construir los fonemas vocálicos, nos afianza en la direccionalidad correcta y nos ayuda a mantener la proporción adecuada cuando pasamos al papel y escribimos las letras en la pauta.
Aún hay más aplicaciones para este recurso universal, pero basten las que hemos citado para que la plastilina ocupe el lugar que se merece entre los recursos de educación infantil, ya que su plasticidad y fácil manejo la hacen especialmente adecuada para todo tipo de construcciones, y así, deje de una vez de estar denostada y considerada un recurso fácil para ocupar tiempos muertos.

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