domingo, 25 de marzo de 2012

El problema del habla en infantil

Es bien sabido que en los últimos treinta años ha habido un retroceso generalizado en el habla de las nuevas generaciones. Antes, las criaturas hablaban perfectamente a los tres años en un porcentaje superior al 90 %, mientras que, en la actualidad dichas cifras no pasarán de la mitad de la población de esa edad.
¿A qué se ha debido ese retroceso tan general en el habla, que afecta a todas las partes del lenguaje, desde la pronunciación a la sintaxis y el vocabulario, y, que al menos en Andalucía es altamente preocupante, hasta el punto de hacer crear una especialidad de profesorado dedicada en exclusiva a paliar dichos efectos?
Ignoro las conclusiones de los estudios científicos que se han hecho sobre el tema, y lo que voy a dar aquí, que es mi opinión carece de rigor científico, pues no pasa de ser una hipótesis de trabajo; pero la experiencia de 25 años trabajando en el mundo de la educación infantil, creo que me autoriza para dar mi opinión sobre el tema, y lo voy a hacer.
Creo que no hay un único factor responsable en exclusiva del deterioro del habla de las criaturas, pero hay algunos muy significativos:
En primer lugar el lenguaje y, con él el su pronunciamiento oral <el habla> es un fenómeno social que los niños adquieren en contacto con sus familias y que, posteriormente sirve de correa de transmisión del resto de aprendizajes. Los pequeños aprenden a hablar escuchando hacerlo a sus mayores, pero desde hace unos 30 años, las familias cada vez hablan menos con sus pequeños y, como resultado estos tardan más tiempo en dominar los rudimentos del habla y, cuando lo hacen, es con un producto de menor calidad. No voy a entrar a desarrollar en profundidad los motivos por los que las familias pasan cada vez menos tiempo juntas, pues no se le escapan a nadie, pero lo cierto es que entre la mengua del tiempo de contacto y el uso abusivo que del ocio infantil se hace con televisiones, ordenadores y consolas, que no olvidemos que son productos con los que se puede establecer un conflicto cognitivo, pero nunca un verdadero diálogo lingüístico, es muy poco el tiempo real que queda para hablar entre las familias, y con ello, para que las criaturas puedan conocer y establecer modelos lingüísticos correctos. Especialmente sangrante es la reducción y, en muchos casos cancelación del tiempo de la comida, que siempre había sido en las familias el tiempo de reunión y de puesta en común familiar.
Hoy día, en cualquier centro público o concertado cerca del 50 % del alumnado asiste al comedor desde los 3 años, con lo cual se está perdiendo dicha experiencia que es clave no solo para evolucionar en el habla, sino para adquirir otros patrones básicos de crecimiento personal como son una buena alimentación variada.
Y, ante este evidente deterioro del habla que se manifiesta en el alumnado de educación infantil, ¿qué hacemos los profesionales?
Tengo que decir que, en general, desde la introducción de la especialidad de Audición y Lenguaje en el profesorado, no hacemos nada y delegamos en el especialista para que palíe o resuelva el problema, lo cual es casi imposible porque los problemas son muchos y los especialistas pocos, y, desde aquí, vengo a denunciar la dejadez que tenemos los profesionales de educación infantil <entre los que me incluyo> con un tema tan importante y, tan preocupante. Solemos poner como excusa que lo cargado de los programas, con una lectoescritura que hay que llevar a término en educación infantil, nos impiden dedicar tiempo a corregir defectos del habla, y con ello cometemos un error desde la base, pues enseñamos los demás aprendizajes valiéndonos de una matriz que está dañada en su origen, con lo cual los resultados se resienten. Es como si enseñáramos a montar en bicicleta con las ruedas pinchadas.
También hay mucho prejuicio en el profesorado por asumir una labor que ha sido patrimonio de las familias desde tiempos inmemoriales, pero de un tiempo a esta parte la escuela ha tenido que asumir casi todo, porque las familias cada vez tienen menos tiempo y, dentro del tiempo que tienen, han decidido prescindir de la labor educativa que es la más costosa y difícil, delegando dicha labor casi en exclusiva en la escuela.
Ante esto, los profesionales de educación infantil tenemos un reto, y tenemos que asumirlo. En este blog, iré poniendo de aquí en adelante parte de mi modesta contribución al desarrollo del habla en las criaturas.

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