sábado, 12 de mayo de 2012

La tradición oral

Con la llegada de las nuevas tecnologías, incluido el manejo de móviles de última generación a partir de los diez años, junto al tiempo que se consume de televisión, es poco el tiempo que las familias tienen para hablar, y dentro de este poco tiempo, menos aún el que cuentan para hablar acerca de aquello que siempre se transmitió en las familias de generación en generación, sin necesidad de registrarlo por escrito; la llamada tradición oral, está condenada a muerte, sin remisión sobre todo en los ambientes urbanos, y si no ha desaparecido ya, ha sido paradójicamente gracias al medio que la terminó de desplazarla: el ordenador.
En España, a partir de los años setenta, mal que bien se fue preservando la tradición oral haciéndola escrita y editándola en libros, y gracias a cuatro locos geniales encargados de difundirla. Hoy en día, gracias a Internet contamos con una herramienta que nos posibilita guardar gran cantidad de tradición oral, y acceder a ella rápidamente en múltiples formatos, con lo cual hoy se da la paradoja que, podemos guardar la tradición oral y evitar que se pierda definitivamente, y, al mismo tiempo, dejar que la tradición oral se muera, porque si no se transmite de boca a boca, y se pone en valor como algo útil para las nuevas generaciones, no tiene ningún sentido. Pero, claro, ¿cómo le explicas a un chaval de doce años que un romance antiguo puede ser tan interesante como charlar en una cuenta de Tuenti? ¿Qué utilidad tiene para ellos conocer el romance? o, más lisa y llanamente, ¿Tiene cabida en la sociedad global y de la información de hoy la tradición oral acumulada durante siglos?
Yo soy de los que piensa que sí, que aunque la sociedad evoluciona y los medios y recursos son otros, la esencia de la vida no cambia con los siglos, y eso es, precisamente lo que nos cuenta la tradición oral, la esencia cotidiana del vivir día a día, y aprendiendo un romance cantado o un trabalenguas antiguo podemos ver como las personas han afrontado desde siempre los grandes problemas universales como son el amor, la vida y la muerte, y eso no cambia con el paso del tiempo y es, a mi juicio, lo que pone en valor la tradición oral y hace, que no debamos desdeñarla desde la sociedad, y mucho menos desde la escuela.
En mi caso, como enamorado de la tradición oral y profesor de educación infantil, los cuentos, las retahílas, los trabalenguas, adivinanzas y romances están presentes en mis programaciones, porque además de su valor intrínseco son una fuente enorme para trabajar el lenguaje oral en todas sus vertientes, ayudándonos a mejorar la sintaxis al conocer modelos antiguos de construcción gramatical, a mejorar la semántica ayudándonos a conocer vocabulario nuevo y dar sentido a muchas palabras en desuso, a mejorar la prosodia y el ritmo aprendiendo a recitar romances y a cantarlos...
En este blog, daré información a partir de ahora de algunos ejemplos de tradición oral con los que trabajo en mi aula, aunque solo sea para darlos a conocer y que no se pierdan <aunque todo está en Internet>.
Voy a empezar la serie con el romance cantado de los tres tambores, en una versión que aprendí de una compañera maravillosa <Ángeles Medina Paños>, ya jubilada que siempre lo cantaba a sus niños de primero. Va por ti, Angelines.



“Eran tres tambores, que venían de la guerra (bis)
Ría, ría, cataplam,
Que venían de la guerra.

Y el más pequeño, traía un ramo de flores (bis)
Ría, ría, cataplam,
Traía un ramo de flores.

Y la princesa, que estaba en la ventana (bis)
Ría, ría, cataplam,
Que estaba en la ventana.

Lindo tambor, no me das esas flores (bis)
Ría, ría, cataplam,
No me das esas flores.

Yo te las doy, si te casas conmigo (bis)
Ría, ría, cataplam,
Si te casas conmigo.

Para casarme, debes hablar con mi padre
Ría, ría, cataplam,
Debes hablar con mi padre.


Buenos días señor rey, yo me caso con su hija (bis)
Ría, ría, cataplam,
Yo me caso con su hija.

¿Qué has dicho?, pedazo de alcornoque (bis)
Ría, ría, cataplam,
Pedazo de alcornoque.

Fuera de aquí, o te mando fusilar (bis)
Ría, ría, cataplam,
O te mando fusilar.

Yo no me voy, si no es con la princesa (bis)
Ría, ría, cataplam,
Si no es con la princesa.

Guardias aquí, arresten al tambor (bis)
Ría, ría, cataplam,
Arresten al tambor.

Y el tambor, murió fusilado (bis)
Ría, ría, cataplam,
Murió fusilado.

Y la princesa, también murió de pena (bis)
Ría, ría, cataplam,
También murió de pena.

Y el rey murió, de pena por su hija (bis)
Ría, ría, cataplam,
De pena por su hija.

Y aquí termina, esta penosa historia (bis)
Ría, ría, cataplam,
Esta penosa historia.

Con tres funerales, por no permitir una boda (bis)
Ría, ría, cataplam,
Por no permitir una boda.



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