domingo, 13 de mayo de 2012

Actividades complementarias: ¿Libres o a la carta?

En los últimos años, en educación infantil y también en educación primaria se está imponiendo el tipo de actividades complementarias que yo llamo a la carta. Son actividades que vienen en paquete cerrado, totalmente preparadas en su diseño y contenido y ejecutadas por monitores, y en las cuales el profesorado tutor de los cursos participantes se limita a escoger, entre un abanico amplio las más adecuadas para su alumnado.
Este tipo de actividades tienen la ventaja de que al dar todo hecho al profesorado le quitan poco o nada de tiempo en su planificación y, en el caso de educación infantil, al celebrarse en recintos cerrados evitan la problemática de la vigilancia sobre los pequeños que requeriría un aumento de personal, por lo cual son muy atractivas para el profesorado, pero ¿Lo son también para los niños y las familias?
Cuando, hace unos 20 años surgieron este tipo de actividades, eran por lo general instructivas y divertidas, que son las dos condiciones que ponen los pequeños para disfrutar de ellas. Además, en un principio eran asequibles de precio, con lo cual también eran del agrado de las familias. Pero, al tener tantas ventajas, hubo un fuerte aumento de la demanda, con lo cual subieron los precios y bajó la calidad de la oferta en estas actividades, y eso ha sido así, en los últimos diez años. Esta situación, que por si misma puede llevar a cuestionar la idoneidad de este tipo de actividades, se ha agravado profundamente en los últimos tres años con la crisis económica, que ha llevado el nivel de calidad de estos productos a mínimos desconocidos, sin bajar, sin embargo el precio de las actividades.
Si bien en educación primaria la oferta es amplia y variada, sobre todo en los cursos superiores, en educación infantil la provisión es mucho más restringida y se limita a granjas-escuela, zoológicos, parques temáticos y poco más. Ante la bajada de calidad de los servicios ofertados, y el mantenimiento de unos precios que, en la actual crisis las hacen poco competitivas, ha llegado el momento de plantearnos por parte de todos los agentes implicados la idoneidad de este tipo de actividades en educación infantil.
Pero, si son caras y aportan poco, ¿Qué podemos hacer? ¿Existe alternativa?
Desde mi punto de vista si que la hay, pero habríamos de cambiar radicalmente el modelo de actividad complementaria. Tendríamos que pasar de actividades pre programadas en paquete cerrado a otro tipo de actividades más abiertas, planificadas directamente por el profesorado y ejecutadas en recintos abiertos donde, siempre hay posibilidades de sorpresa. Un ejemplo de este tipo de actividades, que no son nuevas si no que eran el modelo dominante hasta la irrupción de los paquetes cerrados a la carta, son las visitas paseos por una zona de la naturaleza determinada que incluyen la visualización y estudio aproximado de la flora, la fauna y el paisaje.
Estas actividades abiertas, que tienen la ventaja de que al ser preparadas directamente por el profesorado son mucho más instructivas, y que al encontrar cosas no previstas pueden ser muy divertidas, tienen dos graves inconvenientes que son los que hacen que el 90 % del profesorado de educación infantil las rechacen.
Por una parte, al realizarse en lugares abiertos, la labor de vigilancia del alumnado debe multiplicarse exponencialmente, y, como los centros no cuentan con recursos en personal para este tipo de actividades, solo pueden llevarse a cabo con la colaboración directa de las familias, que no siempre tienen tiempo de abandonar sus quehaceres para dedicar un día de trabajo a ayudar en la excursión del aula de su hijo, y, además, que no todo el profesorado está dispuesto a compartir una actividad complementaria con las familias. Si a todo eso le unimos que, pese a llevar suficiente vigilancia las posibilidades de percance con este tipo de criaturas son elevadas, y hay familias dispuestas a exigir responsabilidad civil y penal, si llega el caso por este tipo de accidentes, la mayoría del profesorado descarta de plano hacer actividades de este tipo, al menos en educación infantil.
A todo ello, debemos añadir que al tener el profesorado que planificar directamente la actividad, ello le va a exigir tiempo y esfuerzo, nos encontramos con que las actividades complementarias abiertas en infantil son prácticamente una quimera; pero algo debemos hacer si queremos que los niños y niñas de educación infantil sigan disfrutando de actividades complementarias, porque el modelo de actividad cerrada a la carta se ha hecho previsible, caro y aburrido y, a mi juicio, está francamente agotado.

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