sábado, 14 de abril de 2012

Sobre la polémica de las tareas en casa

En las últimas semanas los medios de comunicación se están haciendo eco profusamente de una polémica surgida en Francia, acerca de la idoneidad o no de realizar tareas escolares en casa.
Desde mi posición de profesor de educación infantil, y desde mi forma de entender el proceso de enseñanza-aprendizaje, voy a dar mi opinión.
Quienes conocen mi forma de trabajar, saben que yo soy un firme defensor de las tareas en casa desde la etapa de educación infantil. En esta entrada voy a defender porque soy partidario de las tareas en casa, y, en segundo lugar, que entiendo yo por tareas, y que tipo de tareas es el que yo defiendo.
La educación puede plantearse de muchas maneras, y en la etapa de educación infantil, <dada su no obligatoriedad> de más todavía. Hay quién entiende la educación como un juego, en el que el niño se sumerge y experimenta, sacando diversas conclusiones del mismo, que luego pueden servirle o no. No es esta mi postura, ni mucho menos, porque creo que en la educación lo que transmitimos es el conjunto de saberes con los que una sociedad cuenta a las nuevas generaciones, para que puedan elaborarlos y, a partir de ahí conseguir ser miembros útiles a la misma sirviéndose de ese bagaje acumulado, de muy diversas maneras. Dicha acumulación de saberes, que en educación infantil se centra en la adquisición de los sistemas básicos sociales de comunicación <la lectoescritura>, no puede, en ningún caso depender de la voluntad del niño para su incorporación o no, y no puede, porque la sociedad no puede permitirse el lujo de desperdiciar ni a uno solo de nuestros niños, sin correr el riesgo de empobrecerse, y los docentes, como profesionales de la educación tenemos que evitar que esto ocurra.
 El sistema educativo descansa sobre cuatro pilares básicos, que son el discente, el profesorado, las familias y las administraciones educativas, y todo sistema que no atienda adecuadamente a cada uno de los cuatro pilares, corre el riesgo de ser incompleto, y quedarse cojo. Si ponemos, como he expresado anteriormente, mucho énfasis en el discente, haciendo una educación paidocéntrica, corremos el riesgo de perder el norte, ya que las elecciones de los niños dependen, en último extremo, de sus vivencias familiares, y más cuando son tan pequeños. Una educación que atendiera al desarrollo armónico del niño según su crecimiento, tendería a suprimir o diferir las tareas escolares, y eso, a mi juicio, aparte de ser un error de enfoque, nos llevaría a perder un tiempo precioso.
Si damos por supuesto que la Administración educativa facilita al máximo el desarrollo del proceso educativo, <lo cual no siempre es así>, nos quedan otros dos pilares a considerar: el profesor y las familias.
La principal tarea del profesional debe ser tomar decisiones educativas importantes y llevarlas a cabo, para obtener los mejores resultados posibles, ¿Pero cuál ha de ser la posición de las familias?
Desde mi punto de vista, las familias no sólo han de colaborar activamente con el profesorado en la educación de sus hijos, sino que han de ser actores principales del propio proceso educativo, y, una de las formas más eficientes de lograrlo, es participar decisivamente en la ejecución de las tareas escolares desde la educación infantil. Si bien, debe ser el profesor, como experto, quién proponga que tipo de tareas deben hacerse en casa, son las familias, conjuntamente, quienes deben llevarlas a cabo, ya que está demostrada la eficacia de este tipo de aprendizaje en los alumnos muy pequeños.
¿Y por qué opino yo así? voy a tratar de explicarlo: Si a un niño pequeño se le pone para casa una tarea que ya ha hecho en el colegio y domina, no sirve para nada, solo para cansar al niño y las familias. Este tipo de tareas, de refuerzo, yo no las recomiendo, si acaso, en pequeña medida y cuando no haya tareas más importantes para realizar.
 ¿Qué tipo de tareas propongo yo? Como ya desarrolló la psicología de Vygotski, el aprendizaje siempre se realiza en una doble vertiente, siendo primero un aprendizaje social, para pasar posteriormente a adquirirse en un plano individual. En las edades más tempranas estamos de lleno en esta fase social del aprendizaje y estamos comenzando el proceso de individualización, es por ello que  considero que en educación infantil no solo son necesarias, sino imprescindibles las tareas escolares, pues es con ayuda del adulto, como el niño mejora y consolida los aprendizajes de una forma más rápida y eficaz, a la vez que tiene una gran motivación al no sentirse solo en el proceso en que está inmerso. ¿Y qué tareas son las adecuadas para estos niños? Aquellas a las que solos no se podrían enfrentar, por carecer de recursos, pero que con la ayuda de los puentes que el adulto le facilita puede adquirir e incorporar, para luego terminar de consolidar en el aula. Ya lo explicó el mismo Vygotski cuando habló de la zona de desarrollo real y la zona de desarrollo potencial, que con ayuda de un adulto puede estar al alcance del niño. Para tratar de ilustrar mi afirmación, pondré un ejemplo: si a unos niños de cuatro años, a los que se va a empezar a trabajar en el aula la letra "i", se les manda para casa unas tareas de conciencia fonológica para que llene un saco de palabras con "i" <que les escriben los papás>, estos niños, que no tenían conciencia de estas palabras, por no conocer el fonema, pasan -con ayuda de sus papás- a despertarse dicha conciencia, que podremos terminar de asentar y ampliar en el aula. - Esta tarea, que a mi juicio si es relevante y educativa, no la hubieran podido hacer solos, pero al hacerla con sus papás, han aprendido algo nuevo que no sabían que pudieran saber, y que les va a servir en aprendizajes posteriores.
Estas tareas, para mi plenamente educativas y muy importantes, no pueden hacerse en ningún caso sin la colaboración plena de las familias, y de su ejecución sistemática se produce un proceso de aceleración en los aprendizajes de los niños de infantil que, al final de la etapa, resulta relevante.
Es por eso, por lo que yo soy firme defensor de las tareas en casa, pero de este tipo de tareas, que suponen aprendizaje y avance en los niños.
Para que este tipo de tareas funcionen y sean eficaces, los padres necesitan un entrenamiento y una orientación continua por parte del profesor, que además tiene que planificar las tareas atendiendo al orden de dificultad que su alumnado puede abordar en la zona del desarrollo potencial. Por tanto, no son unas tareas cómodas para los padres ni mucho menos para el profesor, pero compensa ver el grado de aprendizaje que por este sistema van adquiriendo los pequeños.
Resumiendo: tareas sí, desde infantil, pero no cualquier tarea, sino aquellas que sean eficaces y supongan la adquisición de aprendizaje por parte de los pequeños. Y ese tipo de tareas, no pueden realizarse sin la participación activa de las familias.
Por último, no olvidemos que la educación conlleva un componente de esfuerzo y superación que debe inculcarse desde infantil, y dicho componente se impregna más eficazmente con el ejemplo familiar.

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